South Park 24x¿01? — The Pandemic Special

Jotafrisco
3 min readOct 2, 2020

Incluye spoilers.

Si no siguen South Park desde hace mucho tiempo deberían saber que Randy cobró un protagonismo considerable en los argumentos, que el señor Garrison se convirtió de manera lógica en el Trump de la serie (en tanto sigue siendo un retrógrado orgulloso y asumió como presidente), que los arcos narrativos se volvieron más amplios y que la miserabilidad de Cartman creció a niveles perturbadores, para llegar apenas a empardar la perversión que asoma en varios discursos de alcance creciente. El programa atravesó el tiempo suficiente como para llegar a la paradoja de ser cuestionado desde la izquierda estadounidense -que señala que el humor con críticas a “ambos lados” estaría cometiendo falsas equivalencias-, pero también llegó a una instancia atípica en el panorama actual, porque el estilo con el que irrumpió en 1997 hoy le permite meterse cómicamente en asuntos imposibles para el resto de la televisión. Es una cuestión de contenido y también de producción, por el frenético ritmo con el que un episodio comienza a escribirse unos pocos días antes de salir al aire, parodiando las noticias recientes con una velocidad única para una serie animada en TV.

Hace años que las temporadas de South Park arrancan en septiembre, por lo que los desastres de este año provocaban algo parecido al morbo por imaginar cómo serían abordados. La alegoría southparkeana es un monstruo de muchas cabezas, porque inserta a las figuras más relevantes de la actualidad en los perfiles psicológicos de los personajes, crea figuras tan absurdas como certeras para explicar los hechos y alcanza su mejor nivel con una jugada repetida pero infalible, que es hacernos ver las cosas con los ojos de cuatro chicos de ocho años. De ese modo la serie pudo salir a hablar de las secuelas de los atentados de 2001, de la violencia racial sostenida o la recesión de 2007, elaborando un punto sin perder la gracia retorcida.

El escenario de quilombos que se van apilando en Estados Unidos también anticipaba un problema frecuente en las últimas temporadas, que es una dispersión abrumadora en los guiones. Es la traición de una proeza que Trey Parket y Matt Stone pueden concretar en cada episodio -decir muchísimas cosas en 22 minutos craneados en menos de una semana-, y que desplazó paulatinamente a los episodios de humor atemporal y premisas más relajadas, en los que los chicos se meten inocentemente en los rincones más turbios de la vida adulta.

Esa dispersión hace presencia en The Pandemic Special, como si hubiera tres episodios groseramente unidos para poder cubrir todo lo que viene pasando. Una trama de la temporada anterior cayó del cielo, porque el viaje de negocios de Randy a China se convirtió en el origen del virus gracias a su noche de zoofilia con ayuda de Mickey Mouse, pero el personaje está rozando unos niveles de imbecilidad tóxica que hacen difícil creer que Sharon y los chicos lo hayan mandado a cagar por cosas más leves, y ahora solo lo miren con incredulidad para que avancen sus locuras. Cartman lucha -por razones egoístas y sin éxito- contra la vuelta de las clases presenciales, conflicto que termina empalmado con el abordaje del enésimo rebrote de represión policial, que tal vez merecía un episodio aparte. Stan termina siendo la figura excluyente, proyectando en Butters sus propias frustraciones y admitiendo su tristeza por la vida que se nos fue, en un monólogo bellísimo. Mientras tanto, de fondo en el retorno a clases puede verse a Scott Malkinson, que es diabético y no debería estar arriesgándose de ese modo.

En la Casa Blanca el presidente Garrison le explica a Stan su estrategia pasiva a favor del coronavirus, y escucha el dato que lo impulsa a su aparición hacia el final: es un momento tristemente apoteósico, y quizá la manifestación más explícita que el programa hizo en contra de Trump, dispuesto a terminar con la esperanza de salir juntos de esta situación cuando el mismísimo Cartman es capaz de recular por el bien mayor. En un gag autoconsciente bastante estirado, Randy promete lo que sería una continuidad de la temporada, después de un intento frustrado de admitir todas sus cagadas frente a Sharon. El episodio es una larga y desordenada catarsis llena de esos desencuentros, idioteces y violencias que coparon la nueva normalidad, y Parker y Stone se merecen poder seguir contando la situación con mayor inmediatez.

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